Taxis.

El ser titular de un taxi, es un servicio público que concede o concedían los ayuntamientos a una persona, para poder trasladar a las personas y,  que cumpla con las condiciones exigidas.
Al ser una autorización concedida a una persona, en el momento de su jubilación, o retirada del trabajo, automáticamente debe volver al ayuntamiento, para que la entregue a la persona que gane el concurso de adjudicación. En ningún caso debe pasar a la propiedad del particular y negociar su venta, al mejor postor.
Yo trabajo en una fábrica, y siguiendo el mismo criterio, al jubilarme podría negociar mi puesto de trabajo, cosa que en ningún caso se hace, con la voracidad de los poseedores de licencias de taxis.
La situación de los taxistas, me recuerda la posición de supremacía, sobre otros trabajadores, la de los descargadores de los puertos comerciales. De padres a hijos y amigos. Con los taxis pasa igual, de padres a ……… el mejor pagador. Diciendo las malas lenguas, que en algunas ciudades puede superar, con mucho los 100.000 euros. Sin ahorrar nada, tienen un fondo de pensión. 
No defiendo que las licencias se den libremente y en  número ilimitado. Lo que sí defiendo es que dadas las necesarias, según las necesidades de cada pueblo, comarca, ciudad o autonomía o a escala nacional, y que además se incrementen según crecen las necesidades de taxis:  » En ningún caso sean propiedad del taxista, sino que vuelvan al órgano administrativo que la concedió, para que este la entregue a otro peticionario siguiendo el curso legal «.
Si esto se cumple, terminara la guerra entre organizaciones, y dejarán de existir los abusos actuales.
Creo que queda claro lo que quiero decir.
Atentamente. Víctor Arce Blanchard. Orgulloso de ser español.